domingo, 6 de julio de 2008

Domingo Millán. El Arte como una bella forma de Asesinato


Domingo Millán o el Arte como una bella forma de asesinato


En los diversos encuentros que he tenido con el artista Domingo Millán, en gran parte siempre hedonistas, mediante buenas mesas en cenas y comidas que se prolongaban hasta las copas de la tarde, ha surgido habitualmente, quizás intencionadamente, la relación del Arte con la Muerte (¿Eros y Thanatos?). O no; no la Muerte, sino el asesinato y otras formas de lesionar el Arte hasta llevarlo a su destrucción. No la Muerte por degradación “natural” o decadencia, sino por las heridas infringidas por los artistas mismos y por la inexorable herida del tiempo. Tampoco el tiempo histórico, que no lo hay, no hay Historia, sino del tiempo detenido en la creación artística, en su suspensión: still alive. Porque el Arte, bien mirado o de mala manera, es una naturaleza que permanece, muerta.
Si el Arte nace como simulación de un deseo (la caza, la fertilidad), permanece a través de los siglos –catalogados después como épocas, estilos, El Renacimiento y exageraciones lingüísticas por el estilo) por el deseo de disimular la realidad (lo imposible de representar).

Se inventa un oficio, el de dibujante/pintor/escultor, se crean talleres, se plagia, se vuelve y revuelve sobre la ya hecho, lo ya visto.
Ese dejà-vue que vemos, creemos ver, ilusión de ilusiones, en cada representación pictórica (escultórica o dibujada).
Y la creación artística, ¿o he dicho ilusión, simulación? Crea a su vez al artista, al que la tramposa Historia del Arte dará nombre propio y preparará su cotización en el Mercado.

¿Se escandalizaría Van Gogh en el Templo de los Mercaderes del Arte, Arco y templetes así? ¿Rasgaría las telas que cuelgan en los Mausoleos/Museos? Ya las rasgó, al pintarlas. Lo de su oreja es solo una metáfora, o más bien una performance; por eso se la dio, como un óbolo, a la prostituta Jenny (todas las putas se llamaban entonces Jenny).

Comenté con Domingo Millán en una ocasión, que se había producido un asesinato en el Carrer de Sant Nicolauet de Alcoi. Un hombre había estrangulado a su compañera sentimental en la cama. ¿Donde hacían el amor? ¿Donde ella soñaba con el Infierno que la esperaba al despertar? ¿Donde el insomnio del hombre se volvió contra el cuello de la amada? Le dije que aquello –cuestiones judiciales, sociales y humanistas aparte- era una verdadera performance artística. Hablamos de la destrucción de las Twin Towers el 11-S. Y Domingo Millán contó la anécdota de Joan Miró, cuanto el tímido artista decía que iba a asesinar, matar, liquidar, el Arte.
El Arte muere en sí mismo, sin necesidad de clavar el cuchillo en el lienzo (lo que hizo Fontana). En eso coincidimos artista y escritor, Millán y yo mismo.
“Porque si el grano no muere…”

La Muerte es irrepresentable, porque el Inconsciente no sabe de ella, sabe de la Castración. La “naturaleza muerta” es un equívoco o una contradicción irresoluble. Bien, están las flores secas, tan decorativas, aunque no desprendan perfume ni tienen el valor simbólico sexual que adquieren las flores vivas –heridas, no obstante, por el tallo- que le regalas a una mujer o que pintas en un cuadro de tal manera que parece “de verdad”. Aunque sin volumen, sin olor, sin las espinas hirientes, mortíferas (Rilke). El retrato no está en el cuadro. Lo que permanece pintado, es el momento del ser y no ser, que estaba y ya no está, del retratado. El surrealismo es sólo la angustia no saber contar un sueño, de no admitir un lapsus, de no pillar el chiste.

La abstracción es el revés de la pintura, y de la escultura si queréis; es el exceso del minimal, el derroche de la materia –allover- sobre el lienzo, el fantasma sin cuerpo de lo que no se ve en la obra.

Los pintores siguen pintando, cuadritos, exigencias del Mercado, ese que mató de hambre a Modigliani. Los artistas traman estrategias para que la agonía del Arte sea más llevadera, o se arman de afilados cuchillos para el atentado definitivo.
Queda la alternativa del robo sistemático. Otra historia sobre la que volveremos. O no.

Ah, y el Discurso sobre el Arte, que se formula en una lengua igualmente muerta. Sofismas del quehacer crítico en Microsoft Word Arial 12.


S.Dada, publicado en Barravuit-Barcelona-Alcoi, a finales del verano del 2007.

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